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La mayoría de los viajeros pasan de largo por Mesina camino a los destinos más famosos de Sicilia, perdiéndose una de las ciudades portuarias más fascinantes del Mediterráneo. Más del 60% de los visitantes de cruceros no exploran más allá del puerto, sin saber que pasan por alto mosaicos bizantinos, arquitectura barroca y tradiciones gastronómicas que se remontan a los colonos griegos. La frustración llega después, al darse cuenta de que se perdieron la auténtica vida siciliana mientras luchaban contra las multitudes en Taormina. El encanto de Mesina radica en su historia como cruce de culturas, donde normandos, comerciantes españoles y eruditos árabes dejaron su huella en cada callejuela. A diferencia de los destinos turísticos más pulidos, aquí encontrarás pescadores remendando redes junto a fuentes del siglo XII y pastelerías que conservan recetas de 200 años. Su ubicación estratégica en el Estrecho ofrece algo único: vistas simultáneas de la Italia continental y las islas volcánicas, mejor disfrutadas con un cannoli en mano mientras el atardecer pinta el paseo marítimo de oro.

Cómo el terremoto de 1908 forjó el carácter de Mesina
El terremoto de 1908 que destruyó el 90% de los edificios de Mesina forzó un renacimiento extraordinario. Pasear por la ciudad hoy se convierte en una búsqueda de tesoros arquitectónicos: fachadas art nouveau esconden muros medievales, mientras que la Catedral reconstruida exhibe con orgullo su portal normando original. Los lugareños te señalarán fragmentos supervivientes: la Fuente de Orión del siglo XVI, milagrosamente intacta, o la torre del reloj astronómico cuyas figuras automatizadas siguen realizando su espectáculo diario al mediodía. Esta resiliencia define el espíritu de Mesina. Visita el Museo Regional para ver obras de arte rescatadas, luego únete al paseo vespertino por la Via Garibaldi, donde los palacios reconstruidos brillan al atardecer. No solo verás una reconstrucción, sino un testimonio viviente de la perseverancia siciliana.
Dónde disfrutar del mejor marisco lejos del turismo
La ubicación de Mesina en el Estrecho crea un paraíso de mariscos que la mayoría de los visitantes no descubren. Evita los restaurantes del puerto y dirígete a los lagos de Ganzirri, donde trattorias familiares sirven carpaccio de pez espada tan fresco que se derrite en la boca. ¿El secreto? Los pescadores locales aún usan la antigua técnica 'tonnara', redes laberínticas que atrapan los peces sin estrés, preservando su sabor. Para la experiencia definitiva, madruga para ver a los pescadores descargar su captura en el histórico muelle Paradiso, luego pide sus tesoros en la Trattoria Da Nino, donde la nonna prepara atún con costra de pistacho desde 1957. No te pierdas el pesce stocco alla messinese, el guiso de bacalao seco con tomates y aceitunas, mejor acompañado de un vaso de vino Faro local en la Osteria del Campanile.
Tesoros normando-árabes que pasan desapercibidos
Mientras la Capilla Palatina de Palermo atrae multitudes, la iglesia de Santa Maria degli Alemanni en Mesina ofrece un encuentro íntimo con la fusión normando-árabe de Sicilia. Esta iglesia del siglo XII esconde impresionantes bóvedas de estilo árabe bajo su exterior modesto; busca las ventanas en forma de estrella que filtran la luz sobre columnas recicladas de templos griegos. Cerca, el Museo de la Seda muestra otro prodigio intercultural: telas vibrantes tejidas con técnicas traídas por tejedores árabes. Para una joya oculta, busca la pequeña iglesia de Annunziata dei Catalani. Escondida entre edificios modernos, sus paredes curvas y cúpula árabe revelan la historia estratificada de Mesina mejor que cualquier libro. Visítala los martes por la mañana cuando el mercado de antigüedades vecino anima la plaza.
Por qué cruzar el Estrecho de Mesina es mágico
Ninguna visita está completa sin experimentar los cambiantes estados de ánimo del Estrecho. Los locales conocen el secreto: toma el ferry de 20 minutos a Villa San Giovanni no solo por el transporte, sino para avistar delfines al atardecer cuando el agua se convierte en oro líquido. De vuelta en Mesina, el paseo marítimo Riva ofrece asientos de primera fila para el drama natural: remolinos donde chocan las corrientes, con el cono humeante de Stromboli en el horizonte. Para la mejor vista, sube al santuario de Cristo Re al anochecer. Mientras las luces de la ciudad parpadean y los ferris Caronte se deslizan como luciérnagas, entenderás por qué Homero situó la legendaria batalla de Escila y Caribdis en estas aguas míticas.